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29 may 2007

Los tres grupos de indígenas ocultos que se refugian en la selva del oriente de Ecuador están a punto de desaparecer


Los últimos de la selva

EFE - Francisco de Orellana

Los tres grupos de indígenas ocultos que se presume se refugian en la selva del oriente de Ecuador están en peligro inmediato de desaparecer sin dejar rastro por la presión de madereros, petroleros y enfermedades ajenas a su ambiente.

Sólo hay constancia de que uno de estos tres grupos, los taromenani, que probablemente son unas pocas decenas, viven en una pequeña zona de densa selva húmeda en el corazón del Parque Nacional Yasuní, según el padre Juan Carlos Andueza, de la Misión Capuchina en la provincia oriental de Orellana.

Los tagaeri, de los que había rastro de actividades hasta hace pocos años en la actual zona de los taromenani, podrían haber desaparecido o, quizá, pervivan algunos, ha dicho a un grupo de periodistas Andueza, un español que lleva 17 años en Orellana y tiene una relación privilegiada con los indígenas.

Del tercer grupo, que no tiene nombre, sólo existen "rumores" escuchados a los huaorani, indígenas integrados hace décadas, "de la existencia de un pueblo desconocido" que habitaría la zona más oriental del Yasuní, junto a la frontera con Perú, "pero no se han visto casas ni gente", ha agregado el religioso.

Fragilidad

Andueza ha insistido en la "extrema fragilidad" de estos grupos "sin contactar" o "en aislamiento voluntario", tanto por su pequeño número como por su indefensión ante posibles ataques o enfermedades, como la gripe, contra la que están inermes.

"Si un maderero con gripe deja un saco (chaqueta) en la selva y lo recoge una comunidad oculta, pueden morir todos en pocos días", ha recalcado Andueza, para quien la supervivencia de estos grupos sólo es posible si se refugian en zonas aún más aisladas de las cabeceras de los ríos pequeños, donde no llegan los madereros.

De la misma opinión es la periodista Milagros Aguirre, quien a principios de 2007 publicó un amplio informe sobre la tala ilegal de maderas preciosas en el Yasuní, el mayor parque de Ecuador con más de 900.000 hectáreas y una enorme biodiversidad, y su relación con las dificultades de estos pueblos para sobrevivir.

Aguirre ha dicho que los taromenani, probablemente llegados desde Perú, estarían restringidos a su actual zona, "donde antes estaban los tagaeri, y ya no tienen donde más desplazarse". "Se están quedando sin espacio", ha admitido Aguirre, para quien eso hace "más complicada" su pervivencia, pues dificulta su aislamiento.

Los tagaeri, que fueron fieros guerreros conocidos como los pata colorada, al teñirse las piernas de rojo, eran un clan de los huaorani, que evitó el contacto con la civilización. Los taromenani, de otra etnia, son más altos, de piel más clara, con una lengua diferente, así como lanzas y cerbatanas distintas.

Olvidados

Quienes podrían facilitar el contacto de estos grupos ocultos son los huaorani, un pueblo compuesto por unos 2.000 ó 2.500 miembros, de los que entre 500 y 600 viven en comunidades en la zona que rodea el Yasuní y en algunos puntos del interior del parque.

Son los huaorani los que pactan con petroleras y colonos, a los que cobran para facilitarles extraer crudo o sacar ilegalmente el cedro y la caoba de la selva, donde en los últimos años los taromenani han matado a lanzazos a tres madereros.

No se sabe cuantos taromenani han podido matar los madereros y los huaorani fueron los autores de la matanza, en 2003, de catorce taromenani, un hombre y 13 mujeres y niños. Según Aguirre, el fiscal y los policías que acudieron al lugar "se limitaron a hacerse fotos con la casa quemada", sin investigar en profundidad lo sucedido, que quedó impune.

"Tampoco se hizo ningún estudio arqueológico ni antropológico", lo que, ha recalcado Aguirre, "da una idea del olvido en que están estos pueblos para las autoridades". Además, el que los muertos fueran mujeres y niños agravó el peligro de desaparición de este grupo, ya que "se mató el futuro", apostilla Alejandra Rivas, responsable de Relaciones Comunitarias de la petrolera brasileña Petrobras en Ecuador.

Petrobras, que tiene una concesión en el Yasuní, ha redactado en Ecuador un plan para evitar contactos con los pueblos ocultos cerca de sus explotaciones en toda Sudamérica, donde se calcula que hay un centenar de grupos indígenas aislados: unos 70 en Brasil, 20 en Perú el resto en Bolivia, Colombia, Ecuador y Paraguay.

Pese a los cuidados que promete Petrobras y los que asegura que pondrá el Gobierno de Ecuador si explota el yacimiento ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), la mayor reserva de petróleo del país, también en la zona del Yasuní, la presión del desarrollo podría ser insoportable para estos pueblos no contactados. "Se sabe muy poco de esos pueblos", admite Rivas, quien teme que, "para cuando se conozca más sobre ellos, quizá ya no existan".
Tomada de Tortuga

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