1. Acabo de leer con cierta preocupación
en la revista Fórum, que existen ocho mil (8,000) indígenas en cárceles
mexicanas y que “no han salido de prisión por falta de abogados
defensores bilingües”. Putamadre, qué enorme podredumbre de la llamada
“justicia mexicana”: años en la prisión por hablar lengua indígena y no
saber hablar español. Yo de cárceles sólo he conocido las experiencias
que narra Víctor Hugo en su novela los Miserables, los años de visitas
que hice a Lecumberri, a la cárcel de mujeres, a los reclusorios oriente
y norte del DF más de 500 veces visitando a mis amigos presos políticos
de izquierda, así como las dos ocasiones que he sido detenido algunos
días en cárceles preventivas, por represión política.
2. Señalan las articulistas Lara y Villed a
que según el Censo, las entidades federativas que concentran el mayor
número de población indígena en el sistema penitenciario son Oaxaca,
Chiapas, Puebla, Veracruz, Distrito Federal, Chihuahua y Guerrero. Las
lenguas con las que se identifican son el náhuatl, zapoteco, maya,
tzeltal y tzotzil. Destacan que entre los años 2013 y 2014, la CDI logró
la excarcelación de más de 2,500 indígenas, con el apoyo de 576
intérpretes-traductores en el año 2013 y más de 1,250, en el 2014.
Además, agregaron, el año pasado se brindaron 3,591 asesorías, 2,145
gestorías y 178 peritajes culturales. ¿Crisis del sistema carcelario?
Sólo una enorme irresponsabilidad por mantener a gente inocente s por el
hecho de ser miserable y no poder defenderse.
3. Un presidente de la República –aunque
sea un funesto gobernante al servicio del capital, pero inteligente-
desde el primer día de su gobierno ordenaría que todos los presos del
país: por indígenas, o porque hayan asaltado o robado un pan para su
familia no muera de hambre -quizá arriba de 100 mil- quedaran liberados;
obvio, después de algunas horas o un día de pláticas, de orientaciones,
de advertencias, de garantizarles un pequeño ingreso económico
instalándoles un trabajo como el que realizaban en la cárcel, así como
de asegurar un breve periodo de control en los lugares que regresarán.
¿Acaso no es condenable un gobierno que tiene llenas las cárceles con
gente miserable, explotada, desempleada y, por tanto, inocente?
4. Por ello es risible, pero también
hiere la dignidad, que en estos días el presidente, sus ministros, los
legisladores, los empresarios y los medios de información, estén
hablando de “impulsar” una “ley anticorrupción” que según ellos es la
causa fundamental de la pobreza en México; cuando todos ellos –desde el
lugar que ocupan- son los jefes de la corrupción. Por ello también es
condenable que estos mismos señores del capital estén instrumentando
leyes contra las protestas, las manifestaciones calleras, las pintas de
consignas en los edificios públicos y residencias privadas, para
encarcelar a los jóvenes luchadores sociales, cuando los millonarios que
controlan el país, desfalcan el erario público, asesinan a miles de
ciudadanos, nunca van a la cárcel.
5. Se ha publicado en el diario Excélsior
datos en el sentido de que e n México existen 418 centros
penitenciarios; de éstos 306 son de operación y responsabilidad estatal;
90 están adscritos a la autoridad municipal; mientras que 12 lo están a
la Federación; y uno al Distrito Federal, en los cuales, según la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos enfrentan una severa crisis de
incumplimiento de los derechos humanos de las personas privadas de su
libertad. Se asienta también que en México existen recluidas 240 mil
personas; de ellas, alrededor del 44%, es decir, 105 mil 600, se
encuentran (inconstitucionalmente) a la espera de que se les dicte
sentencia, ya sea condenatoria o absolutoria. De esas 240 mil personas
recluidas seguramente todas pertenecen a clases miserables, pobres y
media baja.
6. Asimismo, la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos sugirió en su diagnóstico de 2012 que es urgente llevar
a cabo profunda reforma al sistema penitenciario; exige que no se dé la
espalda a la posibilidad de que las personas privadas de su libertad
puedan reincorporarse a una vida apegada a la legalidad; o bien,
aquellas personas exoneradas, no sean estigmatizadas por haber sido
detenidas aun sin haber cometido un delito. De acuerdo al examen de la
CNDH, hay una larga lista de problemáticas no atendidas por el Órgano de
Prevención y Readaptación Social, las cuales se pueden resumir en el
hecho de que actualmente las prisiones con frecuencia “propician abusos
de poder, dadas las características de encierro y de vulnerabilidad en
que por lo mismo, se encuentran las personas recluidas”.
7. Sin embargo, Son claras las
condiciones inhumanas de los internos viven al interior de una inmensa
en presidios de alta corrupción del sistema con la falta de
infraestructura de los CERESOS y CEFERESOS, la falta de un personal
capacitado y que tenga como final primordial la reinserción del interno
ha sido nublada por las ambiciones de otros. Los internos al cumplir su
condena y ser puestos en libertad en muchas ocasiones se vuelven
delincuentes más peligrosos, por cuestiones como pueden ser la
marginalidad, apatía, odio contra el estado, discriminación, etc. En
fin, el sistema carcelario mexicano sólo ha servido a la clase dominante
para que siga imponiendo su poder. (rebelion)
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