“No se trata de dinero: esto es medioambiental y cultural” declaró Garry Reece, vocero de la comunidad Lax Kw’alaams.
Servindi.- Un grupo indígena canadiense rechazó una
oferta de US$836 millones a cambio de apoyar la construcción de una
terminal de gas licuado en su territorio, informó la agencia Reuters.Los miembros de la Primera Nación Lax Kw’alaams rechazaron la propuesta de compensación que desembolsaría la empresa a cargo del proyecto durante los próximos cuarenta años.
La decisión se adoptó en una serie de tres consultas entre los 3700 integrantes de la comunidad y que finalizó la semana pasada.
Si bien los indígenas no cuentan con poder de veto sobre el proyecto, el rechazo comunitario es uno de los principales escollos que deberá superar la iniciativa.
“No se trata de dinero: estos es medioambiental y cultural” declaró Garry Reece, vocero de los Lax Kw’alaams, al medio Vancouver Sun.
El puerto prevé el envío de los combustibles producidos por la empresa Progress Energy Canada a los mercados internacionales de Asia y supone la inversión de US$11 mil millones.
La propietaria del proyecto es la compañía de petróleo y gas de Malasia, Petroliam Nasional Berhad (Petronas), con China Petroleum & Chemical Corporation (Sinopec), Japan Petroleum Exploration (JAPEX), Indian Oil Corporation y Petroleum Brunei como socias minoritarias.
La comunidad de Lax Kw’alaams se ubica a unos 35 kilómetros de Prince Rupert, el centro urbano más importante de la zona que cuenta con algo más de 12,000 habitantes, a unos 770 kilómetros al norte de Vancouver.
El pueblo Tsimshian ha vivido en esos territorios, en coexistencia armónica con el entorno, desde tiempo inmemorial.
Los tsimshian fueron los primeros de la Columbia Británica en cambiar el nombre en inglés que les habían impuesto, Port Simpson, por el de Lax Kw’alaams.
Entre los impactos ambientales que denuncian los tsimshian para justificar su rechazo a la iniciativa incluyen: aumento exponencial de las emisiones tóxicas con potencial acidificación y afectación de la flora; impactos en la fauna marina y los recursos pesqueros de los que depende su seguridad alimentaria.
Asimismo, la masiva remoción de sedimentos durante la construcción de la terminal; incremento del tráfico marítimo y riesgo de potenciales derrames.
Además, se tenderían 120 kilómetros de ductos en territorios de la comunidad. Si el proyecto avanza, los tsimshian no podrán ingresar a la isla a recoger plantas medicinales y otros bienes comunes, como hacen tradicionalmente.
A pesar de los cuestionamientos, las
autoridades de Columbia Británica aprobaron el estudio de impacto
ambiental del proyecto, presentado por la empresa en febrero de 2014, y
aseguran que provocará “impactos menores”.
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