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20 jul 2008

Hacendado de Machiques y sus sicarios arremeten a golpes y disparan contra niños, mujeres y ancianos en la comunidad indígena Chaktapa


Marcharemos a Caracas ante tanta impunidad por parte de las autoridades de Machiques. No descansaremos hasta que sean destituidas todas las autoridades involucradas desde su paraco Alcalde, y todas los cabezas de la Guardia Nacional, Ejercito y sea llevada a juicio la familia Vargas y sus sicarios. No descansaremos hasta que el Presidente de la República Hugo Chávez exija y responda por el llanto de estos niños Yukpa, el dolor y la vergüenza de las mujeres y madres Yukpa y la impotencia y el miedo del hombre Yukpa.

Acusándolos por la pérdida de cuatro vacas el lunes 7 de julio de 2008 el supuesto propietario de la hacienda Kusare, Alejandro Chávez Vargas, acompañado por cinco de sus peones/sicarios atacaron nuevamente a la comunidad indígena Yukpa Chaktapa, entraron a los potreros de la hacienda que mantienen tomados los Yukpa en retoma de lo que ellos reconocen como sus territorios que les fueron despojados para ampliar ilegalmente la hacienda, disparando con sus armas y golpeando a las mujeres y los niños que se encontraban solos en ese momento, mientras los hombres de la comunidad habían salido por comida.

En los párrafos siguientes Guillermina Romero Martínez, hija del cacique Yukpa Sabino Romero Izarra, golpeado, baleado y amenazado de muerte en varias ocasiones desde finales del siglo pasado por la familia Vargas, narra el ataque que Alejandro Chávez Vargas en compañía de los sicarios que trabajan como peones de su hacienda, les dieron mientras estaban solos los niños, las mujeres y los viejos en la comunidad.

“Ese día en el camino estaban los niños y yo (Guillermina Romero Martínez), estaba lavando la ropa a orilla de un caño, ellos llegaron callados y me encañonaron en el cuello, mientras me golpeaban por la espalda. Ellos me jalan por pelo, y me llevan (arrastrándola por el pelo) me preguntan por Sabino (su padre) y gritando groserías dicen que me van a matar. Los niños corrían llorando y ellos (Alejandro Chávez Vargas y los sicarios) a la fuerza me montan atrás de la camioneta”. La obligan a dejar a sus pequeños niños, uno de dos años y a otros sobrinos sólo unos años mayor, llorando aterrorizados y solos.

Así la obligan a que los lleve hasta la comunidad. “Ahí empiezan a gritar de nuevo y preguntan dónde está mi papá (el cacique Sabino), gritaban con fuerza y nos apuntaban con las pistolas y escopetas. Al viejo (el abuelo José Manuel Romero, padre de Sabino y además uno de los mas ancianos informantes de la cultura Yukpa. Tiene más de 100 años) lo levantaron por el cuello de la camisa mientras estaba sentado sólo mirando todo y lo tiran al suelo de un golpe, a Zenaida Romero Martínez, (hija de Sabino y menor de edad) que estudia en la escuela de la Misión del Tukuko, la golpea con su machete el administrador de la hacienda, este se llama Richard, y la empuja con golpes mientras los otros pones/sicarios hacen lo mismo con Clarita Romero (esposa de Leandro Romero Izarra y hermano de Sabino)”.

Clarita logró encerrar a sus pequeños hijos y otros niños de la comunidad en uno de los cuartos de una casa abandonada del potrero donde minutos antes del ataque hacía labores de artesanía. “Al observar el cuarto cerrado Alejandro Chávez Vargas empezó a gritar como loco que allí tenían encerrado a Sabino y le cayó a tiros a la puerta”, dos impactos de bala quedaron marcados en la maciza puerta de acero mientras los niños y sus madres gritaban con desespero. Los peones/sicarios hacían varios disparos de escopetas al aire, comentaban todos, creando el caos y el terror en la comunidad y una enorme dispersión de los indígenas cercanos, que atemorizados huían hacia las montañas de la Sierra de Perijá, bajo una lluvia de plomo corría como podía el anciano padre de Sabino. Últimos reductos que albergan entre sus colinas agrestes a este pueblo indígena milenario que se niega a morir mientras nosotros ignoramos desde su existencia hasta el dolor, el crimen impune y el sufrimiento que solos en su soledad aun padecen.

El cacique de Guamo Olegario Romero cuando venía llegando sacó su teléfono celular para tomarles fotos, pero un peón/sicario se lo quitó y lo tiró lejos, de inmediato fue amenazado y sometido.

Durante la ejecución del acto terrorista Alejandro Chávez Vargas, loco, en su violencia típica de hacendado, les aseguraba a sus víctimas que si querían fueran a la Guardia o a la Fiscalía, que estos no iban a resolver nada “porque a todos ellos él les pagaba”.

Chávez Vargas y sicarios no asesinan en ese acto a Sabino Romero Izarra porque este, tristemente lo decimos, se encontraba en Maracaibo llevando los papeles para legalizar el Consejo Comunal de su comunidad. Y el daño no fue mayor, por no encontrarse en ese momento también Sabinito su hijo mayor y los otros hombres en la comunidad que resolvían la comida del grupo en Machiques. Arroz y granos, nada más lejos de las cuatro vacas que asegura Vargas le fueron sacadas de su hacienda ese día.

Lo que una vez más los grupos que hacemos vida en la Sierra de Perijá, aseguramos sólo fue un pretexto para entrar a la comunidad atacarlos y luego enjuagarse las espaldas en la inútil Fiscalía de Machiques, casa y refugio del sicariato ganadero y del paramilitarismo que controla su alcaldía. Sólo esperaron que los hombres estuvieran fuera para sembrar el circo de terror y recordarle a los Yukpa que para ellos no existe paz y que son ellos los dueños de su dolor y su tragedia.

Horas después, cuando sus hijos Isidro y Samuel Romero Martínez regresaban de estudiar de la escuela de la Misión del Tukuko, en una cola que les daba en su moto Ovidio Nuñez de la comunidad vecina Río Yaza, fueron interceptados por la camioneta donde se desplazaban Alejandro Chávez Vargas y su grupo de la muerte, los obligaron encañonándolos a bajarse de la moto donde iban y a tirarse al suelo, “porque sino los mataban de una vez”. Boca bajo, y ya en el suelo como se los ordenaron a Isidro le dieron de patadas por un lado de la cara gritándole groserías y preguntándole por su padre, mientras a Samuel, menor de edad, uno de los sicario del ganadero le brincaba parado sobre su espalda.

Como a las seis de la tarde un grupo de soldados en un vehículo rústico del Ejército Venezolano llegaron a la comunidad, los Yukpa maltratados de inmediato esperanzados le hicieron la denuncia, pero con la mayor sangre fría el Jefe del grupo les dijo que nada podían hacer, que ellos “no vienen a custodiar”, sino “a ver como seguían las cosas”.

Se acostumbra en Perijá, que al cometer los hacendados sus fechorías contra algún caserío del pueblo Yukpa, se dispara de inmediato un dispositivo de visitas permanentes de efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional de custodia de las haciendas. Con razón los indígenas manifiestan públicamente que estas instituciones siempre defienden los intereses de los hacendados.

El martes 8 de julio como a las 10 de la mañana llegan a la comunidad cuatro efectivos de la Guardia Nacional en una camioneta particular, y se llevaron al cacique de Guamo Olegario Romero a declarar, se negaron a trasladar hasta la Fiscalía de Machiques a resto de los agraviados. El miércoles 9 en el mediodía llegó de nuevo un camión tipo Convoy del Ejercito venezolano, luego el sábado 12 al mediodía, y a los pocos minutos hicieron acto de presencia dos de las camionetas de los Vargas supuestos propietarios de las haciendas Kusare, Brasil, Tizina, Paja Chiquita y Balcón, las que fueron alejadas a piedra por los Yukpa que frenaron el nuevo ataque. Allí sí de inmediato se retiró el Convoy militar con más de 10 soldados armados haciéndose los desentendidos del problema.

Ese mismo día nosotros visitamos la comunidad Chaktapa, en el camino a la comunidad logramos ver de regreso al Convoy y un poco más a tras a las dos camionetas. Fuimos en la comisión: activistas de los Derechos Humanos de la ONG Sociedad Homo et Natura, profesores y estudiantes de LUZ, UBV y de la Misión Cultura, del Ministerio de Salud, y Radio Nacional de Venezuela y a tomar notas de los acontecimiento del lunes 7 y de una vez a realizar una vacunación que se tenía pendiente.

De inmediato llegó una comisión de la GN con unos ochos efectivos: dos de apellido Fernández (uno de ellos con aspecto de indígena wayuu, y al ver las cámaras se fue a esconder dentro del rústico), eran Contreras, Bautte, Silva, Colina, y el Sargento Morey del Destacamento 36, quien los comandaba. El Sargento al llegar preguntó despectivamente por Sabino, pero cambió de actitud cuando vio la bata blanca de la enfermera y la cava con las medicinas, las cámaras de videos, las grabadoras, y un grupo de gente que no eran indígenas.

Hablaba de cualquier cosa como perturbado, los Yukpa agraviados se les acercaron, no sabía qué hacer ni que decir, de repente pidió lápiz y papel, e interrogó a Isidro Romero Martínez de 19 años, quien le dio toda la información pertinente, pero el Sargento Morey todo lo resumió en sólo unas líneas, mientras que otro Guardia Nacional, que también nos pidió una hoja comenzó a preguntarnos el nombre uno por uno, y otro a tomarnos fotos con una cámara que llevaron, y casi todos demás con sus celulares personales.

Ante tal sospechosa actitud le dijimos al Sargento Morey y a Silva que porqué en lugar de anotar nuestros datos personales, no le tomaba por lo menos los nombres de los Yukpa golpeados y escribieran la situación de terror que vivieron los niños indígenas, incluso el nombre del hacendados y del encargado de la hacienda que denunciaban los indígenas, y cual era la razón por la cual no iban a la hacienda a desarmar o a detener a los peones/sicarios que Alejandro Chávez Vargas exhibe públicamente posando con las armas en la mano frente a su hacienda Kusare. Puntualizamos que ese supuesto informe que fue solicitado por la Fiscalía de Machiques de muy poco iba a servir para imputar a Chávez Vargas.

Todo parece indicar que los Vargas, y así lo dijo Chávez Vargas, están movilizando fuerte sumas de dinero para neutralizar las acusaciones de los indígenas, que por vez primera uno de ellos, el hijo de unas de sus hermanas, Alejandro Chávez Vargas, toma las armas en sus manos para golpear, y amenazar a los cuatro vientos de asesinar a Sabino, siempre acostumbran encargar el sucio trabajo sólo a sus peones/sicarios.

Acompañados por nosotros y Radio Nacional de Venezuela, hoy lunes 14 de julio de 2008 por fin llegan los indígenas a la Fiscalía, ya con las señales de los golpes recibidos borrados de sus cuerpos, sus dos hijos, Samuel e Isidro quizás luego irán a declarar ya que deben reparar una materia en la escuela del Tukuko, el anciano José Manuel Romero no pudo ir a la Fiscalía, se sentía mal de salud.

Mientras tratábamos de redactar esta nota para que ustedes por lo menos sepan y acompañen en su dolor al pueblo Yukpa, la Fiscalía de Machiques, que encontraba vacía de Fiscales “casualmente”, pues no estaba Américo Rodríguez ni el otro Fiscal de nombre Emiro Araque Guerrero, pero si poco a poco se llenó de ganaderos, los Yukpa de Chaktapa que intentaban lograr por lo menos le tomaran sus denuncias, fueron enviados a la Guardia Nacional, pues según un efectivo de la Policía Regional quien los atendía les dijo que “esa Fiscalía no tenía competencia para esos casos”. Lo que es presuntamente un engaño de Fiscalía porque siempre en la Fiscalía de Maracaibo y en la de Caracas a los grupos ecologistas y de derechos humanos se nos indica inicialmente formular la denuncia por esa Fiscalía.

Horas después (desde las 8 am hasta las 3 pm) por presiones de los movimientos de Derechos Humanos de Caracas apareció una supuesta secretaría de un Fiscal, Nereida

Beatriz Madueño, a tomarles sus declaraciones, malencarada dijo “sólo a Guillermina”.

Sociedad Homo et Natura

Colectivos ecologistas del Estado Zulia

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