Compañeras y compañeros de la Comisión Sexta del EZLN, de la Otra Campaña y de la Zezta Internacional:
Hace unos días nos enteramos del brutal asesinato de Marcella Sali Grace Eiler, ocurrido el 15 de septiembre en San José del Pacífico, Oaxaca. Ante ese crimen tan artero queremos decir lo siguiente.
Algunas de nosotras conocimos a Sali; otras somos madres y tenemos hijas o hijos de su edad; otras nos vemos reflejadas en ella, en su juventud y en su amor por la vida. Por esto y por mucho más, no tenemos las palabrasnecesarias para expresarle nuestro pésame a su madre, a su padre, a su familia entera y a todas y todos sus amigos. Pero sí tenemos algo que decir porque el dolor y la indignación que nos provoca este crimen es muy grande.
Marcella Sali representa aquello por lo que nosotras luchamos. Quienes la conocieron la describen como una mujer valiente, libre, independiente, fuerte y comprometida con la justicia, y la recuerdan bailando llena de entusiasmo.
Sus amigas y sus amigos afirman que Sali estaba viviendo persecución política en Oaxaca, la cual ella misma había denunciado. Entendemos que las investigaciones tienen que seguir su curso, pero en un país como México en el que no hay procuración de justicia, quizá nadie más que Sali pueda saber exactamente lo que sucedió el día de su asesinato. Si el motivo fue político, será muy difícil conocer la verdad porque el seguimiento policiaco intentará nulificarse y será otro de los miles de casos que se archivan a lo largo de la historia, esa historia en la que la violencia hacia la mujer y los feminicidios sólo son una estadística y a veces ni siquiera eso. No olvidemos que fueron los propios amigos de Sali quienes entregaron al asesino a la policía. No fue la policía la que investigó el crimen.
El dictamen del reconocimiento del cuerpo señala que Sali fue violada, por lo que exigimos una investigación exhaustiva. Algunas versiones, como la de su asesino confeso, Omar Yoguez Sin Gu (alias "El Franky"), hablan de que Sali tuvo una discusión con él y murió defendiéndose de una agresión. Una actitud defensiva habría sido muy justificable en Sali, consciente de su derecho a defenderse.
Pero no tenemos por qué creer cada palabra de lo que diga el criminal. Por eso queremos dejar claro que independientemente de las circunstancias bajo las cuales haya sido asesinada, nada justifica ni atenúa el crimen y la brutalidad de las que Sali fue víctima.
Además, queremos hacer hincapié en que justificar una violación o un crimen de una mujer a partir de su sensualidad, su estilo de vida o el ejercicio de sus libertades jamás nos parecerá aceptable. Sabemos que una mujer como Sali, con esa postura fresca y natural ante la vida, resulta
ofensiva para cualquier macho o misógino, así como para un Estado represor y patriarcal, que no acepta el comportamiento digno y libre de una mujer insumisa.
Es por ello que si el motivo de su muerte no fuera la persecución política, estamos convencidas de que de cualquier modo se trataría de un crimen cargado de odio por lo que ella era, por lo que representaba y sin ninguna atenuante. Sali fue asesinada por creer en la libertad y por estar construyendo otro mundo.
Hay otro punto que queremos destacar. La información en los medios señala que el asesino ya tenía antecedentes por dos intentos de violación y sin embargo estaba libre. Esto nos hace pensar que el crimen de Sali pudo haberse evitado si se hubieran respetado la palabras de las mujeres que acusaron a este criminal de haberlas abusado, o si quienes lo conocían no lo hubieran protegido. ¿Cuántos abusos más antes del de Sali habrá cometido este asesino confeso? ¿Cuánto daño les habrá hecho a otras mujeres?
En febrero de este año, una de nosotras, integrante de Mujeres y la Sexta, fue víctima de secuestro, abuso sexual y robo por parte de un delincuente que se protege bajo la negligencia de las autoridades del Distrito Federal. Aparte del abuso que sufrió, nuestra compañera tuvo que enfrentarse al trato inhumano del ministerio público que le dio más importancia al robo del vehículo que a la integridad de nuestra amiga.
Sabemos que en nuestro país se les da un trato inhumano a las víctimas porque ante la exigencia de prevenir delitos mayores, la policía se escuda en el pretexto de que hay delitos que no se consideran graves hasta que las personas afectadas desaparecen o son asesinadas. Cuando se reportó el secuestro de nuestra compañera la policía tuvo el cinismo de decir que sólo se considera secuestro cuando hay una llamada telefónica que pide un rescate y no cuando las personas son privadas de su libertad.
Si nuestra compañera hubiera desaparecido o hubiera muerto, entonces sí habría sido un delito grave y tal vez habría sido investigado. El ministerio público necesitaba que nuestra compañera llegara en estado de shock, sangrante y con la ropa desgarrada para considerar que el delito era grave. Poco después, a pesar de existir una denuncia, la Procuraduría General de Justicia le envió un comunicado a nuestra compañera en el cual le anunció que no ejercerá ninguna acción penal en contra del delincuente aún en caso de ser detenido.
Esta es la ciudad y este es el país en el que vivimos. Situaciones como ésta se repiten con cientos, si no es que miles de mujeres a lo largo y ancho del país. Los feminicidios en Ciudad Juárez son el ejemplo viviente de la brutal violencia hacia las mujeres en México, ante la cual las autoridades muestran una cruel indiferencia que las hace cómplices.
Como Mujeres y la Sexta, integrantes de la Otra Campaña, hemos insistido y seguiremos insistiendo en no guardar silencio ante los casos de violencia contra mujeres vengan de donde vengan. No tenemos por qué tolerar la violencia ni de nuestros propios maridos, ni de nuestros parientes, ni de nuestros compañeros. Una madre tiene que creerles a sus hijas. Una amiga tiene que creer en las palabras de denuncia de sus amigas. Y entre compañeros y compañeras, no podemos ignorar y mucho menos condenar a las mujeres que se atreven a denunciar a algún integrante de nuestras
organizaciones.
No importa la incomodidad que esto genere, no importan las fuerzas y la energía que esto nos demande. Tenemos que empezar a condenar y no tolerar nunca más violaciones, acosos, y ningún tipo de violencia hacia ninguna mujer. El silencio y la tolerancia no pueden continuar.
Hoy exigimos justicia para Sali y para todas y cada una de las mujeres que son víctimas de violencia, asesinadas o desaparecidas, ya sea por motivos políticos o por crímenes de odio.
Sali acababa de participar en la Caravana Nacional e Internacional de Solidaridad con las Comunidades Zapatistas que se realizó en agosto del 2008, apoyando a las comunidades indígenas de Chiapas que llevan años siendo agredidas por militares, policías y paramilitares. Sabemos, además,que luchaba por el respeto a nuestros derechos como mujeres y que durante mucho tiempo apoyó la digna lucha del pueblo de Oacaxa. Reconocemos su trabajo solidario con el pueblo de México.
Mujeres como ella son ejemplo para todas nosotras.
Su lucha no será en vano.
Exigimos justicia para Marcella Sali Grace Elier.
Abajo y a la izquierda con todo el corazón, siempre.
Por Mujeres y la Sexta DF-Edomex:
Fabiola Cruz, Eugenia Gutiérrez, Raquela Vázquez, compañera Vero, Gloria Arenas, Claudia Torres y compañera Meche.
8 de octubre del 2008
http://mujeresylasexta.org/
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