“Quiero minar la tierra parte a parte
A dentelladas secas y calientes
Y desamordazarte y regresarte…
Siento más tu muerte que mi vida”
Miguel Hernández
Uma Kiwe, la Madre Tierra, llora.
Ahora mismo llora. Llora el C´xab Wala Kiwe (Territorio del Gran Pueblo), llora
de rabia y tristeza el Pueblo Nasa, las hijas y los hijos del Cauca. Lloramos
también y también sentimos rabia, mucha rabia. Manuel Antonio Tumiñá
Jembuel de 42 años y Daniel Coicue
Julicue de 63 años, Guardias Indígenas, héroes sin fama ni gloria, sin vanidad
ni arrogancia, hermanitos y compañeros anónimos y comunitarios, unos de
nosotras y nosotros cuando somos lo que debemos ser en dignidad, fueron asesinados por las FARC. Asesinados a
sangre fría, con disparos de fusil a corta distancia, a medio día, en la vereda
(aldea) Sesteadero, del territorio ancestral y sagrado del resguardo de Toribío
en el Cauca del Pueblo Nasa. Nunca
olvidaremos, NUNCA!! La imagen del cuerpo de nuestro compañero muerto, envuelto
en los colores del CRIC, acompañado de su bastón y con su sangre nuestra
bañando la tierra que defendió con dignidad y a la que ha regresado como hijo
ejemplar prematura e injustamente. No olvidaremos nunca. Así como no olvidamos
ahora mismo el llanto de Uma Kiwe, Wallmapu, Pacha Mama, Abya Yala por sus
hijas e hijos asesinados y desaparecidos. Somos vida. Por eso nos mienten, nos
despojan y nos matan.
Las negociaciones de La Habana entre el Gobierno
Colombiano y las FARC entran en su fase final. Se aborda el tema de las
víctimas. Viajan delegaciones de estas a reunirse con representantes de los dos
bandos. Por primera vez en su historia, las FARC reconocen públicamente a las
víctimas de sus acciones y cara a cara piden perdón a algunas de ellas y a sus
familiares.
En este contexto, ordenan ocupar
el territorio indígena del Cauca con propaganda armada como si fuera su tierra
y como si las comunidades tuvieran que someterse y obedecerlos en la tierra que
es suya y que han defendido siempre y frente a todo invasor. La ocupación
incluye vallas publicitarias enormes con la imagen de su comandante Guillermo
Cano en el aniversario de su muerte.
Las comunidades y la Guardia Indígena
con sus bastones de mando y su autoridad sin armas, les exigen respeto, les
ordenan retirar la propaganda y salir. No obedecen. La Guardia y las comunidades
quitan, están quitando, van a seguir quitando la propaganda y rechazando con la
frente en alto y la consciencia de pie el abuso. Si no lo hicieran dejarían de
ser Nasa, hijos de la tierra. La guerrilla asesina con disparos de fusil y a
sangre fría a dos Guardias Indígenas en Toribío. El entierro convoca un dolor y
una rabia que quedan captados en las imágenes de los medios. Se sabe que las
FARC se aprovechan del proceso de negociación con el Gobierno para apropiarse y
someter territorios como parte del botín de la negociación que no toca el
modelo de despojo. Se sabe que eso exige la defensa territorial pacífica y
lleva el fusilamiento cobarde de los Guardias. Se sabe que el dolor y la rabia
del Pueblo Nasa y el juicio a los autores materiales y a la comandancia de las
FARC que diera la orden de abusar el territorio, someter al pueblo y asesinar
son la palabra que debe caminarse.
Siguiendo el libreto conocido,
como siempre, tras la masacre, ahora, aparecen amenazas. No se sabe de donde
vienen aunque aparezcan firmadas por las FARC. Aparece, aparentemente firmada por las FARC una carta
de amenaza a 26 líderes y comuneros Nasa. Empezarán a ejecutarlos de inmediato.
Venga de donde venga la carta, sirve ya al propósito estratégico de los
enemigos del proceso de La
Habana. Vengan de donde vengan las acciones de terror y
muerte, la sangre vertida es la de los pueblos dignos, la de los defensores de
la vida. La de los que no se venden, no se cansan, no se dejan engañar por
regalos, cargos, discursos y dinero.
A la vista queda una vez más que
ni las FARC ni el Gobierno defienden o representan a los pueblos. Unos y otros,
junto con quienes les obedecen, se sirven del terror, de la guerra, de los
anhelos de Paz, de los discursos de perdón, del reconocimiento a las víctimas,
de los acuerdos, para servir sus intereses contra los de los pueblos. Unos y
otros asesinan indígenas. En la lógica de participar del reparto de recursos y
territorios que lleguen con la firma de los acuerdos, se abandonan luchas, se
compran y venden consciencias y se saca ventaja de muertos y de movilizaciones
para entrar en el negocio del “post-conflicto” y de los pactos con el
conquistador que tiene distintas máscaras, maquillajes, discursos y uniformes
para robar y mandar.
Esta guerra contra los pueblos
por un botín (Colombia con sus pueblos y gentes) que hoy ha llevado a las FARC
a disparar contra Guardias Indígenas y a asesinarlos, solamente sirve a los
despojadores, a la codicia del Capital y a quienes le sirven en todos los
ámbitos. La arrogancia asesina de las FARC ha desmentido con este acto de
barbarie atroz su discurso de perdón y paz y ha puesto en evidencia que tanto
las armas como los discursos son medios para satisfacer intereses egoístas y
arrogantes. La guerra y el terror son el Capital y son la Conquista enemiga de los
pueblos; venga de donde venga. Esto sólo puede beneficiar al régimen y a las
derechas enemigas de la paz y de los pueblos.
La paz es de los pueblos y contra
el despojo o es guerra al servicio del Capital y del poder.
Si algo les queda de vergüenza y
consciencia, las FARC deben ordenar –de inmediato- retirar toda la propaganda
de territorios indígenas. Deben entregar a los responsables de este crimen
atroz a las autoridades indígenas y no solamente a quienes dispararon sino a
quienes ordenaron invadir e insultar el territorio Nasa y a este pueblo, para
que sean juzgados y condenados según corresponda para restaurar el equilibrio y
la armonía destrozados y sangrantes. Los actores armados deben salir del C´xab
Wala Kiwe.
Los acuerdos que pongan fin al
conflicto armado deben firmarse pronto, sin poner como condición la repartición
de Colombia entre victimarios y ladrones, vengan de donde vengan y digan lo que
digan.
En el Resguardo de Toez, en el
mismo territorio Nasa, en las vísperas del entierro de Manuel Antonio y Daniel
es asesinado otro Guardia Indígena: el compañero Daniel Pacho.
Nadie le devolverá al pueblo Nasa
los Guardias asesinados, los héroes de la dignidad, los maestros de vida
capaces y dispuestos a darlo todo por la tierra y por su pueblo.
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