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9 nov 2014

Frente al asesinato de dos Guardias Indígenas Nasa del Cauca por parte de las FARC


Quiero minar la tierra parte a parte
A dentelladas secas y calientes
Y desamordazarte y regresarte…

Siento más tu muerte que mi vida
Miguel Hernández
Uma Kiwe, la Madre Tierra, llora. Ahora mismo llora. Llora el C´xab Wala Kiwe (Territorio del Gran Pueblo), llora de rabia y tristeza el Pueblo Nasa, las hijas y los hijos del Cauca. Lloramos también y también sentimos rabia, mucha rabia. Manuel Antonio Tumiñá Jembuel  de 42 años y Daniel Coicue Julicue de 63 años, Guardias Indígenas, héroes sin fama ni gloria, sin vanidad ni arrogancia, hermanitos y compañeros anónimos y comunitarios, unos de nosotras y nosotros cuando somos lo que debemos ser en dignidad,  fueron asesinados por las FARC. Asesinados a sangre fría, con disparos de fusil a corta distancia, a medio día, en la vereda (aldea) Sesteadero, del territorio ancestral y sagrado del resguardo de Toribío en el Cauca del Pueblo Nasa.  Nunca olvidaremos, NUNCA!! La imagen del cuerpo de nuestro compañero muerto, envuelto en los colores del CRIC, acompañado de su bastón y con su sangre nuestra bañando la tierra que defendió con dignidad y a la que ha regresado como hijo ejemplar prematura e injustamente. No olvidaremos nunca. Así como no olvidamos ahora mismo el llanto de Uma Kiwe, Wallmapu, Pacha Mama, Abya Yala por sus hijas e hijos asesinados y desaparecidos. Somos vida. Por eso nos mienten, nos despojan y nos matan.


Las negociaciones de La Habana entre el Gobierno Colombiano y las FARC entran en su fase final. Se aborda el tema de las víctimas. Viajan delegaciones de estas a reunirse con representantes de los dos bandos. Por primera vez en su historia, las FARC reconocen públicamente a las víctimas de sus acciones y cara a cara piden perdón a algunas de ellas y a sus familiares.


En este contexto, ordenan ocupar el territorio indígena del Cauca con propaganda armada como si fuera su tierra y como si las comunidades tuvieran que someterse y obedecerlos en la tierra que es suya y que han defendido siempre y frente a todo invasor. La ocupación incluye vallas publicitarias enormes con la imagen de su comandante Guillermo Cano en el aniversario de su muerte.

Las comunidades y la Guardia Indígena con sus bastones de mando y su autoridad sin armas, les exigen respeto, les ordenan retirar la propaganda y salir. No obedecen. La Guardia y las comunidades quitan, están quitando, van a seguir quitando la propaganda y rechazando con la frente en alto y la consciencia de pie el abuso. Si no lo hicieran dejarían de ser Nasa, hijos de la tierra. La guerrilla asesina con disparos de fusil y a sangre fría a dos Guardias Indígenas en Toribío. El entierro convoca un dolor y una rabia que quedan captados en las imágenes de los medios. Se sabe que las FARC se aprovechan del proceso de negociación con el Gobierno para apropiarse y someter territorios como parte del botín de la negociación que no toca el modelo de despojo. Se sabe que eso exige la defensa territorial pacífica y lleva el fusilamiento cobarde de los Guardias. Se sabe que el dolor y la rabia del Pueblo Nasa y el juicio a los autores materiales y a la comandancia de las FARC que diera la orden de abusar el territorio, someter al pueblo y asesinar son la palabra que debe caminarse.


Siguiendo el libreto conocido, como siempre, tras la masacre, ahora, aparecen amenazas. No se sabe de donde vienen aunque aparezcan firmadas por las FARC. Aparece,  aparentemente firmada por las FARC una carta de amenaza a 26 líderes y comuneros Nasa. Empezarán a ejecutarlos de inmediato. Venga de donde venga la carta, sirve ya al propósito estratégico de los enemigos del proceso de La Habana. Vengan de donde vengan las acciones de terror y muerte, la sangre vertida es la de los pueblos dignos, la de los defensores de la vida. La de los que no se venden, no se cansan, no se dejan engañar por regalos, cargos, discursos y dinero.

A la vista queda una vez más que ni las FARC ni el Gobierno defienden o representan a los pueblos. Unos y otros, junto con quienes les obedecen, se sirven del terror, de la guerra, de los anhelos de Paz, de los discursos de perdón, del reconocimiento a las víctimas, de los acuerdos, para servir sus intereses contra los de los pueblos. Unos y otros asesinan indígenas. En la lógica de participar del reparto de recursos y territorios que lleguen con la firma de los acuerdos, se abandonan luchas, se compran y venden consciencias y se saca ventaja de muertos y de movilizaciones para entrar en el negocio del “post-conflicto” y de los pactos con el conquistador que tiene distintas máscaras, maquillajes, discursos y uniformes para robar y mandar.

Esta guerra contra los pueblos por un botín (Colombia con sus pueblos y gentes) que hoy ha llevado a las FARC a disparar contra Guardias Indígenas y a asesinarlos, solamente sirve a los despojadores, a la codicia del Capital y a quienes le sirven en todos los ámbitos. La arrogancia asesina de las FARC ha desmentido con este acto de barbarie atroz su discurso de perdón y paz y ha puesto en evidencia que tanto las armas como los discursos son medios para satisfacer intereses egoístas y arrogantes. La guerra y el terror son el Capital y son la Conquista enemiga de los pueblos; venga de donde venga. Esto sólo puede beneficiar al régimen y a las derechas enemigas de la paz y de los pueblos.

La paz es de los pueblos y contra el despojo o es guerra al servicio del Capital y del poder.

Si algo les queda de vergüenza y consciencia, las FARC deben ordenar –de inmediato- retirar toda la propaganda de territorios indígenas. Deben entregar a los responsables de este crimen atroz a las autoridades indígenas y no solamente a quienes dispararon sino a quienes ordenaron invadir e insultar el territorio Nasa y a este pueblo, para que sean juzgados y condenados según corresponda para restaurar el equilibrio y la armonía destrozados y sangrantes. Los actores armados deben salir del C´xab Wala Kiwe.

Los acuerdos que pongan fin al conflicto armado deben firmarse pronto, sin poner como condición la repartición de Colombia entre victimarios y ladrones, vengan de donde vengan y digan lo que digan.

En el Resguardo de Toez, en el mismo territorio Nasa, en las vísperas del entierro de Manuel Antonio y Daniel es asesinado otro Guardia Indígena: el compañero Daniel Pacho.

Nadie le devolverá al pueblo Nasa los Guardias asesinados, los héroes de la dignidad, los maestros de vida capaces y dispuestos a darlo todo por la tierra y por su pueblo.

 

Abrazamos y acompañamos a la Guardia Indígena del Cauca: Nuestra Guardia Indígena. A sus familiares, amigos y comunidades. En esta guerra contra los pueblos ustedes van adelante dando ejemplo de una lucha desde la tierra contra quienes, vengan de donde vengan, quieran aprovecharse de nuestras causas para robarnos y someternos. Ustedes son el camino de la palabra digna. Queremos y debemos ser como ustedes y con ustedes. Su paz en libertad, es la única paz para todas y todos.  Manuel Antonio Tumiñá Jembuel y Daniel Coicue Julicue y Daniel Pacho, hoy sembrados de vuelta en la Tierra Madre a la que defendieron, frente a ustedes, frente al asesinato que segó sus vidas, en el día de su retorno como semillas, acá les decimos que con su ejemplo nos exigen la dignidad de tener que caminar todas y todos, la palabra y la acción en el espíritu de los pueblos: Ser Guardias Indígenas.

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