Hace 18 años conocí el universo maravilloso y complejo de las etnias Yukpa, Barí y Japreria asentados en la Sierra de Perijá, debo agradecer al camarada Lusbi Portillo por darme a conocer esta otra dimensión del mundo, hombre lleno del más profundo amor y valentía, me dijo en una oportunidad que allí había múltiples perspectivas, comprendí que de acuerdo a cómo se entendiera ese universo había posibilidades de hacer cosas.
Me convertí en una aliada más de las luchas emprendidas por los indios desde que los watía o labaddó (criollos en idioma yukpa, y barí respectivamente) ambicionaron sus territorios y comenzó la gran cruzada del hombre blanco por poseer más y más territorio ancestral indígena, lo que ayer fueron extensiones para la vida de estos grupos amerindios hoy se levantan grandes extensiones agropecuarias en manos de unos pocos hombres convertidos, por encima del dolor y la sangre derramada del indio, en “prósperos” ganaderos.
En esta historia conocida por muchos y justificada por otros, en el fondo el racismo se impone, en los discursos de algunos intelectuales el indio representa nuestras raíces, son lo más auténtico de nuestra nacionalidad, hay que reivindicar al indio y toda esa clase de frases manidas, “me tenéis loca a punta de teoría” pero cuando se imponen los hechos, la realidad cruda, el reclamo justo de “nuestras raíces”, ahí se destapa el racismo mas puro y salvaje.
Como aliada, al lado de muchos que nos hemos adherido a las luchas de los Yukpa, Barí y Japreria nos han señalado con toda clase de epítetos, desde la Cuarta República hasta la Quinta y posiblemente lleguemos a la octava y si no erradicamos el racismo estaremos en lo mismo, en los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Caldera nos señalaron de guerrilleros, comunistas, en listas de la muerte estuvimos, acosados y perseguidos por manipuladores de indios, en eso consiste parte del racismo, los indios no piensan, los manipulan. En esta quinta república los aliados de las mismas luchas de hace mas de veinte años (Lusbi lleva 24 años “manipulado” por los indios) son escuálidos y por supuesto manipuladores, ¿que sabe Mario Silva de las luchas de nuestros compatriotas serranos?. ¿Qué sabe Mario Silva del revolucionario auténtico Lusbi Portillo y de los demás aliados que acompañan a los indígenas de Perijá?.
Otra de las manifestaciones de racismo contra los indígenas es que son ladrones, en muchas oportunidades explícita y en la mayoría solapada. En días pasados el cacique yukpa Sabino Romero Izarra, valiente cacique de la comunidad Chaktapa, su familia y demás miembros de la comunidad fueron acusados por unos ganaderos y de la zona de haberse robado 38 becerros, de inmediato se corrió el rumor tanto en la Sierra como en algunas instituciones del Gobierno que se iba a aplicar la “justicia privada”, es decir, el sicariato.
Confiando en la justicia venezolana, se llamó por teléfono a una de las instancias que tiene como misión la defensoría de todos los ciudadanos para colocar la denuncia y así evitar acciones retaliativas, para sorpresa de los compatriotas indígenas y de sus aliados la respuesta de una funcionaria de este ente gubernamental dejó ver su más rancio racismo: "mira chico pero fue Sabino quien se robó esas vacas... ¿y tú estás llamando por qué? ¿tienes miedo a la justicia privada?”. Esta no es la justicia que aspira nuestro Presidente Hugo Chávez ni éstos son los funcionarios que requiere esta revolución.
Estos mismos argumentos racistas originaron en 1994 la muerte a manos del Ejército venezolano (Cuarta República) de tres indios Yukpa en la población de Kasmera, cuenca del río Yaza, lo que se conoció como la masacre de Kasmera. En esa oportunidad el hacendado Vargas de la hacienda Brasil acusó a los indígenas de ladrones de ganado, el Ejército fue a supervisar un supuesto contrabando de madera pero llegaron destapando ollas donde cocinaban la yuca y el arroz del almuerzo y preguntaban a las mujeres que allí estaban, donde estaba la carne, en ese momento bajaban Vicente Romero y dos yukpas más que venían de sus conucos, en lo que los soldados los vieron empezaron a disparar. La primera versión del Ejército es que había sido un enfrentamiento, fusiles contra machetes, tiros por la espalda, a Vicente le abrieron un boquete en la garganta con un disparo de fusil. Víctimas del racismo que impone que los indios son ladrones. ¿Qué ha cambiado?
El tema de la autodemarcación de los territorios indígenas ha exacerbado el racismo, discursos van y vienen, algunos personeros del Gobierno no han entendido bien la propuesta del Presidente, que si entiende la deuda histórica con los pueblos originarios, ¿para que tanta tierra para el indio si son tan holgazanes? eso atenta contra la seguridad alimentaria del país, que si las haciendas solicitadas están en plena producción y todas esas razones que evidencian su desconocimiento histórico, antropológico y humano de la situación del despojo sistemático que han sufrido las poblaciones autóctonas.
Desde hace más de 24 años los yukpas y barí de la Sierra de Perijá están solicitando al Gobierno nacional la compra de las bienhechurías de predios agrícolas que están en baja o nula producción, antes de que el Presidente Chávez hablara de autodemarcación y que la Constitución Bolivariana de Venezuela lo reconociera, ya los indígenas tenían la situación clara con respecto a los territorios donde querían les reconocieran sus títulos de propiedad colectivos.
Debo decir que no están solicitando todo el territorio usurpado por los criollos terratenientes, sólo que se les reconozca parte de ese vasto territorio perdido.
Hoy 23 de septiembre de 2009 el Alcalde de La Villa del Rosario de Perijá declara en el Diario Panorama que “…Con la demarcación de tierras, que al lado de Machiques, La Villa es un espacio mínimo, les he hecho entender (a los ganaderos) que es una necesidad histórica que los yucpas y japrerias recuperen sus tierras…” el caso es que en La Villa sólo se encuentran la comunidad yukpa Tinacoa y la comunidad Japreria, esta última fue reubicada en unos potreros de la hacienda El Totumo, en un reducido espacio que por un lado tienen las montañas y por el otro más haciendas, hacinados, sin posibilidades mayores de crecer biológica y culturalmente, paradójicamente fueron reubicados allí porque su antiguo asentamiento fue inundado por la Represa El Diluvio y en este nuevo asentamiento casi no disponen de agua ya que el río les queda a una hora de camino, ¿saldada la deuda histórica con los Japreria?.
“Dale una mano al indio, dale que te hará bien” así canta Mercedes Sosa y uno se estremece, y continúa: ”te mojará el sudor santo de la lucha y el deber” lamentable que algunos funcionarios interpreten que darle la mano al indio es brindarle educación de origen occidental para que salgan de la ignorancia, llevarles jornadas de salud desconociendo sus saberes ancestrales, llevarles ropa, comida y una que otra ayuda agrícola para que aprendan a trabajar, todas las manos posibles se le pueden brindar, pero cuando el indio reclama sus derechos ancestrales sobre los territorios que ocupan y ocuparon, ahí es donde pegan el grito al cielo y proponen una salida para ellos salomónica: la convivencia con terceros, llámense ganaderos y parceleros criollos. Yo les diría a esos personeros: “América está esperando, el cielo se vuelve azul, pampas, ríos y montañas liberan su propia luz”
Darle la mano no implica la caridad como mecanismo para intentar demostrar estúpidamente la superioridad del blanco sobre el indio, significa convertirse en su real aliado en pro de la reconquista de su derecho a la diferencia y colocarse junto a ellos, ni más arriba ni más abajo, en la recuperación de sus territorios y sus saberes ancestrales.
El viejo cuento desde la época colonial, ¿hasta cuando? cuando va a cambiar radicalmente la visión que se tiene del indio? ¿Cuál es el miedo? La revolución no está completa sin tierras para los indios.
Asmery González*
*Mg en Antropología,
Docente de la UBV-Sede Zulia,
Aliada permanente de la causa indígena
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