El pasado 05 de agosto, activistas y militantes de diferentes corrientes y ciudades del país participaron en el “Diálogo (a)bierto: Izquierda no chavista y revolución”, realizado en Caracas en la Organización Nelson Garrido (ONG) y convocado por el periódico El Libertario en el marco de su edición número 50 (www.nodo50.org/ellibertario). Entre las organizaciones presentes se encontraron el Grupo de Trabajo “Pueblo y Conciencia” (Maracay), Grupo Tercer Camino, Cruz Negra Anarquista de Venezuela, el Centro de Formación Ideológica (Barquisimeto), Grupo Defensores del Bolívar (Barcelona), Fundación Jorge Rodríguez (Barquisimeto), Asamblea de Educación, Conexión Socialista, Centro de Estudios Sociales Libertarios, Ateneo Autonomo de Contracultura y Estudios Acratas "La Libertaria" y el Vice-Rectorado Académico de la UCV; así como una serie de individualidades con participación política en diferentes ámbitos del país.
El objetivo del evento fue abrir uno de los tantos espacios necesarios para la reconstrucción y recuperación de un tejido social autónomo de base entre los diferentes movimientos sociales y populares, fragmentados por la polarización política y cooptado e inmovilizado por el actual Estado venezolano. Un espacio diverso y heterogéneo de las diferentes perspectivas que aspiran libertad y justicia social enfrentadas al autoritarismo. La agenda del encuentro contempló dos grandes sesiones: la mañana, destinada a realizar un diagnóstico colectivo de la situación del país y la posterior, realizada en horas de la tarde, para conocer las diferentes opiniones sobre cómo configurar una respuesta progresista y revolucionaria al fenómeno chavista. La metodología excluyó las ponencias magistrales, recuperando la posibilidad de un diálogo fraterno en condiciones de igualdad a los interesados en el uso de la palabra.
La Venezuela de hoy
El diagnóstico colectivo sobre la situación del país caribeño coincidió en varios puntos básicos. En el orden político, el triunfo electoral del presidente Chávez gracias al fracaso del sistema de alternancia conocido como “puntofijismo”, inaugurado en 1958, lo que posibilitó la realización de una Constituyente sin cambios estructurales en el Estado. En cambio, este ha sido reorganizado en función del nuevo momento del capitalismo conocido como la globalización económica, originando una simbiosis entre la democracia parlamentaria y la dictadura militar. A pesar de los grandes recursos, el Estado ha sido incapaz de dar respuestas satisfactorias a las necesidades de la población, imponiendo una “paz social” mediante los subsidios petroleros. A contrapelo de la difusión de una inexistente “democracia participativa y protagónica”, las políticas sociales se han decretado desde arriba, en una de las mayores concentraciones de poder vistas en las últimas décadas y donde cualquier iniciativa es potestad exclusiva del Primer Mandatario. Se reconoció la capacidad de movilización del presidente y su carisma, así como la encarnación en su figura de las tradiciones caudillistas y militaristas presentes en la historia venezolana. Asimismo, la conformación de un sistema de información y propaganda gubernamental eficaz a nivel nacional e internacional. El inicio de diferentes procesos de naturaleza represiva contra las muestras de descontento popular y el acorralamiento de los espacios de independencia como la autonomía universitaria y la libertad sindical. Diferentes intervenciones reiteraron su acuerdo en la presencia de un “gobierno militarista, autocrático, amoral y petrolero”.
En materia económica, se consensuó que Venezuela se encuentra en el contexto de la tercera globalización, signada por el flujo de capitales sin territorio y en actividades que no se corresponden a la producción tradicional de bienes y servicios. Este proceso se desarrolla en el marco de una crisis civilizatoria perfilada en tres dimensiones: la ambiental planetaria, del ser humano y la crisis energética. El país profundiza su rol en la globalización capitalista, ha contado con ingentes recursos producto de los altos precios del petróleo, permitiendo la aparición de una nueva élite económica, la “boliburguesía”. Bajo la reiterada “soberanía energética” se encuentra el control del crudo del país por mafias rusas, cubanas y venezolanas, en estrecha relación al mercado global, empresarial y multinacional con influencia en los Estados Unidos. Para ello se conformaron las denominadas “empresas mixtas” que encubren políticas entreguistas. A pesar de la bonanza petrolera, el ejecutivo nacional mantiene la devaluación de la moneda, el endeudamiento del país motivado por el alto gasto público y una política impositiva regresiva, de la cual el IVA es una dimensión. Asimismo, los altos precios petroleros han permitido una política clientelar basada en subsidios a diferentes iniciativas sociales, para así reforzar la legitimidad del Estado y su modelo de desarrollo al cual se incorpora la extracción minera.
En el terreno social, se determinó que el llamado proceso “bolivariano” contrario a significar un punto de quiebre ha reforzado los dispositivos de dominación globales: el individualismo, el desprecio por el “otro” y lo diferente, la mercantilización del cuerpo, el machismo, la criminalización de las minorías, la fetichización de la mercancía y el consumismo. Desde 1999 se ha venido solidificando un sistema jurídico, administrativo y castrense que ha maniatado al movimiento popular e invisibilizado a la izquierda revolucionaria no alineada con el gobierno. Se resaltó la resignificación del lenguaje por el poder y el vaciamiento de sentido del término “revolución. El tejido social, como ha ocurrido en períodos anteriores de bonanza petrolera, ha sido penetrado por el clientelismo, a lo cual se suma la electoralización y militarización la acción y participación popular organizando un partido político (PSUV) en base a la conformación de “batallones”. Se cuestionó reiteradamente a los políticos tradicionales que, mediaticamente, se presentan como voceros de la “oposición”, y se constató la ausencia de un discurso de antagonismo al chavismo comprensible por el ciudadano común. A pesar de que la bonanza petrolera ha permeado a la sociedad, los resultados de las llamadas “misiones” son marginales e insatisfactorios, y no han contribuido a elevar la calidad de vida de la población de escasos recursos. Esto es percibido por las bases del chavismo, la cual ha mostrado crecientes signos de descontento. Asimismo, el aumento de la inseguridad, percibido por la población como uno de los principales problemas de su cotidianidad.
Edificando una alternativa revolucionaria
La arquitectura de un antagonista de izquierda al chavismo fue perfilada por un abanico de ideas y propuestas, reiterando la necesidad de acompañar y reforzar las luchas concretas y de continuar el trabajo que cada iniciativa viene desarrollando. Se coincidió en respuestas con carácter colectivo, plural y diverso. La construcción de un discurso y los canales para comunicarlo, un programa mínimo y máximo. La necesidad de reconocer y superar los errores de las diferentes tradiciones de izquierda y sus mitos (Bolívar, la llamada “revolución cubana” entre otros), de los cuales el chavismo en el poder era un claro reflejo. Complejizar y tripolarizar el escenario político, intercambiar saberes y herramientas. Utilizar diferentes formas de comunicación. Realizar un nuevo encuentro profundizando temas y reforzando afinidades a mediados de agosto, en la ciudad de Maracay. Se constituyó una red digital y se distribuyeron e intercambiaron diferentes publicaciones y películas documentales sobre luchas tanto en Venezuela como en el resto del mundo.
Si desea mayor información sobre esta iniciativa, comunicarse al e-mail: periodicoellibertario@gmail.com
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