La
ministra vocera de gobierno, Cecilia Perez, lo dijo con todas sus letras
“aquí falta mayor diligencia para llegar finalmente al resultado que
todos buscan, que es la pacificación de La Araucanía”. Inmediatamente
vinieron las reacciones en las redes sociales, “sabrá la vocera de los
crímenes cometidos en los tiempos de la pacificación de la Araucanía?”,
“los más conservadores estiman en 70.000 los Mapuche muertos por la
primera pacificación”, comentaban muy acertadamente algunos usuarios de
twitter.
Por Gerardo Berrocal S. – ADKIMVN
Lo cierto es que esta nueva “pacificación
de la Araucanía” no es sólo una frase desafortunada de la ministra
Perez, sino que es un plan muy bien orquestado que viene desarrollando
el gobierno de Piñera -y antes los gobiernos de la concertación- que
busca básicamente, así como hace poco más de un siglo atrás, neutralizar
el proceso de defensa territorial que han mantenido comunidades de todo
el Wallmapu (territorio Mapuche), en beneficio de los grandes grupos
económicos que operan en la región.
Para este cometido una vez más las
autoridades de gobierno han anunciado una serie de medidas tendientes a
intensificar la militarización de la región, con el aumento de la
dotación policial y de recursos para las policías, incluyendo el envío
de drones espía (aviones no tripulados) y cámaras instaladas a lo largo
de la “zona roja” para vigilar en búsqueda de los responsables de los
“atentados incendiarios”, que según afirmaciones de las propias
autoridades, estarían relacionados a las demandas de las comunidades
Mapuche. Todo esto promocionado y tratado estratégicamente por los
principales medios chilenos para lograr hacer entender a la población
que está en permanente peligro a causa de las demandas Mapuche.
Tal como lo hiciera El Mercurio en 1859,
cuando llamaba explícitamente a perpetrar la arremetida militar a
Wallmapu, con un lenguaje distinto por cierto pero con la misma
sinceridad y entusiasmo que lo hacen hoy los gobernantes a través de la
TV, para lo que aseguraba que “los hombres no nacieron para vivir
inútilmente y como animales selváticos, sin provecho del género humano; y
una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o araucanos,
no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir en
el interés de la humanidad y en bien de la civilización”.
Este periodo comprendido entre 1860 y
1883, es conocido en la historia oficial chilena como “Pacificación de
la Araucanía”. Comienza cuando Cornelio Saavedra propone un plan de
“pacificación”, que consistió en la ocupación militar del Wallmapu, que
en ese momento tenía como frontera la línea del río BioBio, comenzando
con la construcción de fortificaciones a lo largo de la línea del río
Malleco. Una de ellas es el fuerte Chiguaihue, construido muy cerca de
donde se encuentran hoy las nuevas fortificaciones de Carabineros en
Pidima, el mismo lugar donde el ministro Chadwick llegó hoy a reunirse
con el presidente de un grupo de agricultores “víctimas de la
violencia”, quien llamaba enardecidamente a crear una “guerrilla” para
hacer frente a las comunidades Mapuche.
Esta mal llamada “pacificación” no fue
otra cosa que la ocupación militar y toma de posesión a través de la
violencia por parte del estado chileno del territorio Mapuche, hasta ese
entonces autónomo desde la línea del BioBio al sur, según tratados
internacionales firmados con la corona española y reconocido por el
estado de Chile a través del tratado de Trapilhue de 1825. Esta violenta
ocupación militar comandada por Cornelio Saavedra significó la quema de
miles de Ruka (casas), el robo de ganado, el abuso y asesinato de miles
de Mapuche, y finalmente la reducción de las tierras, confinando a los
Lof (comunidades) Mapuche a vivir en el 5% del territorio comprendido
entre la línea del BioBio y la línea del Tolten. Mientras una situación
similar llevaba a cabo en Pwelmapu el estado de Argentina con “La
Conquista del Desierto”.
Los medios y la manipulación mediática
Hoy, el festín que hacen estos medios
“informando” sobre “el conflicto mapuche”, “la zona roja”, “los
atentados terroristas”, “ataques incendiarios” y otros tantos conceptos
que ellos mismos han creado, refleja la continuidad de una estrategia
mediática muy bien estructurada que busca la transformación de una
realidad en desmedro de quienes luchan legítimamente por sus derechos
más básicos, como lo es el territorio, y en beneficio de intereses de
grupos económicos y políticos de mucho poder, que mantienen intereses en
la región.
Así, para la población en general,
resulta muy preocupante escuchar a un ministro Chadwick, decir que “aquí
en La Araucanía, lo que hemos vivido son actos terroristas, y el
Gobierno así lo entiende y por eso presenta sus querellas en razón de la
Ley Antiterrorista”, y luego a un intendente Molina haciendo un
“llamado a la tranquilidad” asegurando que “llevamos dos noches sin
situaciones de violencia” y que “esperamos que la conmemoración de la
muerte de Matias Catrileo no signifique más hechos de violencia”,
mientras noche tras noche se escuchan los helicópteros de carabineros
sobrevolar la región. Y claro, resulta “tranquilizador” escuchar a una
ministra Perez decir finalmente que la arremetida policial pondría fin a
los “atentados” porque lo que todos buscan es “la pacificación de la
Araucanía”.
Pero por cierto, los medios no aclaran
que estos “atentados incendiarios” aún no han sido investigados con
rigurosidad ni han arrojado resultados sobre los presuntos responsables.
Sin embargo, sin ningún tapujo las autoridades ni ética profesional los
periodistas a cargo de hacer las notas (des)informativas señalan una y
otra vez, que todo estaría vinculado a las movilizaciones Mapuche. Así
como a principios de 2012 dieron amplia cobertura al ex ministro del
interior, Rodrigo Hinzpeter (actual ministro de defensa), cuando
señalaba que los incendios forestales de Carahue, en donde fallecieron
siete brigadistas forestales, era (una vez más) responsabilidad de los
Mapuche. Pero cuando el ministro tuvo que desdecirse por sus
irresponsables afirmaciones, no fue noticia.
Tampoco fue noticia para estos Medios
cuando en el año 1999, brigadistas forestales acusaban a la empresa
forestal Mininco (una de las tres empresas más grandes que manejan el
negocio forestal) de enviarlos a hacer autoatentados incendiarios
para inculpar a los Mapuche y así crear las condiciones para obtener
mayores beneficios y justificar la militarización de la zona durante las
faenas forestales. Por ejemplo, la quema de la casa patronal del Fundo
Rucañanco, propiedad de forestal Mininco, de la que la empresa acusó
directamente -entre otros- al werken Víctor Ancalaf, fue uno de los
principales motivos para que el Gobierno aplicara la Ley Antiterrorista a
los Mapuche en esos años.
Pero ya es conocida la estrategia que
utiliza la prensa oficial, las grandes cadenas de medios, sobre cómo
generar temor en la población para lograr introducir las políticas
represivas serviles a los poderes fácticos que mantienen intereses
económicos en Wallmapu. Como lo dilucidara Noam Chomsky en su lista de
las “Diez Estrategias de Manipulación Mediática”, donde describe la
estrategia denominada “problema-reacción-solución”, que consiste en
“crear problemas y después ofrecer soluciones”, es decir, “se crea un
problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el
público, a fin de que éste sea el demandante de las medidas que se desea
hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique
la violencia urbana u organizar atentados sangrientos, a fin de que el
público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio
de la libertad”.
La violencia hacia el Pueblo Mapuche y la omisión de los medios
Ciertamente los mal llamados Medios de
Comunicación (que en realidad son medios de información masiva), no
cubren con la misma exaltación los hechos que afectan a la comunidad
Mapuche, como por ejemplo, la represión sufrida por la gente que llegó a apoyar al werken Daniel Melinao,
ante el inicio del juicio oral en su contra (aplicando una vez más la
ley antiterrorista por tratarse de un dirigente Mapuche) en donde se le
acusa, sin más pruebas que el relato de los carabineros implicados en
los hechos, de la muerte del sargento Hugo Albornoz, quien fue alcanzado
por una bala en el cuello mientras carabineros practicaba un violento
allanamiento en la comunidad Wente Winkul Mapu. Tampoco han informado
por cierto, sobre las nuevas detenciones a miembros de la comunidad producidas en el marco de este juicio.
Tampoco han informado con claridad que
Walter Ramírez, el GOPE de Carabineros que asesinó por la espalda a
Matías Catrileo mientras participaba en actividades enmarcadas en el
proceso de recuperación territorial en Vilcun, recibió una condena
irrisoria de 40 firmas y quedó en libertad. Pero sí aluden a que la
conmemoración de la muerte de Matías significaría “un llamado a la
agitación y ataque”, como lo señalan una y otra vez citando un panfleto
que circula por las redes sociales difundido supuestamente por grupos
Mapuche. No les interesa investigar quién asesinó a Rodrigo Melinao y
porqué han profanado dos veces su tumba. O quienes están detrás de los
rayados con amenazas de muerte hacia los dirigentes Mapuche que
aparecieron en un paradero de un camino rural en Ercilla. O porqué Jorge
Temer San Martín, el terrateniente “coleccionista de armas” como lo
llamó TVN, mantenía un arsenal de guerra en su casa y siendo reconocido
como uno de los principales líderes del comando paramilitar “Hernan
Trizano”, nunca ha sido investigado y menos procesado bajo la Ley
Antiterrorista.
Tampoco informan sobre el grave e
irreversible daño social, cultural y ambiental que provocan las
forestales o las hidroeléctricas al pueblo Mapuche, porque claro, así
como lo consignara El Mercurio, el principal medio promotor de “La
Pacificación de la Araucanía”, cuando señalaba: “No se trata sólo de la
adquisición de algún retazo insignificante de terreno, pues no le faltan
terrenos a Chile; no se trata de la soberanía nominal sobre una horda
de bárbaros, pues ésta siempre se ha pretendido tener: se trata de
formar de las dos partes separadas de nuestra República un complejo
ligado; se trata de abrir un manantial inagotable de nuevos recursos en
agricultura y minería… en fin, se trata del triunfo de la civilización
sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad”. Entonces,
¿cuál es el objetivo de esta nueva pacificación y qué buscan justificar
los grandes medios?, lo cierto es que hoy ese objetivo sigue latente,
las forestales, las hidroeléctricas, la minería y otras inversiones
pretenden ocupar las tierras Mapuche para seguir generando jugosas
ganancias, en el territorio ancestral de todo un pueblo, para el negocio
de unos pocos.
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