Camino a Riohacha desde Maicao
es común encontrarse con paisanos que salen a la carretera a vender productos
según la temporada del año, se ofrecen artesanías, conejos, miel, cerezas,
ahuyamas y cuanta fruta florezca en nuestro desierto guajiro. Una tarde calurosa
y mientras viajaba a Riohacha me antojé con lo que veía a lo lejos y en las
trojas, detuve al carro y luego de saludar a la paisana a cargo de la venta le pedimos
“una Patilla y un Melón por favor” – la
mujer, corriendo, seleccionó un par que sería nuestro a cambio de seis mil
pesos, asentimos y mientras buscaba el dinero en la guantera ella se esfumó, en
un santiamén retornó con otro melón que entregó decididamente a mi esposa quien
le aclaró que tan solo llevaríamos uno, “esa es la ñapa” -respondió, tomó el
dinero sonriendo e hizo sonreír igualmente a mi corazón. Este episodio y por
insignificante que parezca despertó en mí la idea de hacer un corto documental
cuyo nombre y de entrada estaba claro: “Patilla y Melón”
Mientras avanzábamos las
frutas se deshacían en la boca sedientas de los viajeros que cada tanto bajaban
la ventanilla para lanzar ráfagas de semillas y cáscaras, con la boca llena
hablamos sobre la placidez de la vendedora lo que me llevó a pensar que el
documental a realizar debía ser tan sencillo como su sonrisa guajira e, ipso
facto, pensé que debíamos redimir el audiovisual de la falsa complejidad que
nos enseñaron, y entonces acuñé la idea de “Liberación del Cine”
Reflexioné con la boca llena, ahora de melón fresco, que el cine se ha erigido
como una mega industria inexequible e inaccesible, nos han hecho creer que una
producción vale mucho dinero, que los requerimientos técnicos son inalcanzables
para cualquier humilde, que los estudios
requeridos no están al alcance de la mayoría, que las historias son una
estructura compleja difícil de pensarse. Si la producción es excluyente,
entonces, el acceso a las películas y
salas de cine también lo es, recordé a la vendedora y con certeza supe que
ella, ni los suyos, ni nadie en las rancherías de seguro ha entrado algún día a
una sala de cine porque son privilegios de las ciudades y de los citadinos. Y
supe que algo andaba mal por lo que seguí elucubrando la propuesta que desde
hace ya varios lustros me asalta, la de Cine Indígena que debe partir de la
cotidianidad sencilla y tangible de las comunidades dejando a un lado la
complejidad de los estereotipos a cambio de lo sensato, de lo que está al
alcance, argumentado con lo que en realidad vivimos, con nuestras falencias y
fortalezas, con nuestra cosmovisión y filosofía de vida y con historias
narradas desde el espíritu, fue así como acuñé la idea de “Cine Libre” que permitirá una nueva manera de
contar nuestra historia con mensajes acordes a lo que somos y queremos ser.
Abre los ojos, abre la mente:
una pared, un telón improvisado, un video beam, un sonido y una película Wayuu
o indígena es una propuesta de liberación de los estereotipos homogenizantes
que nos obligan a pagar por ver cine, a consumir lo que terceros dicen sobre
nosotros…¿y porque no llevar el cine a las comunidades antes que las
comunidades al cine?, me indagué, por qué no dirigirnos a las rancherías con
los protagonistas, realizadores, camarógrafos y editores para que junto a niños,
abuelos, hombres y mujeres disfruten y discutan una producción teloneados con la
caricia del aire libre, con la armonía del cantar de las aves, con el
traquetear de ramas de los árboles y con el sabor indisoluble de patilla y melón
antes que con el también estandarizado menú: crispeta, papitas fritas y gaseosa.
El Heraldo, El Tiempo, Caracol
Radio y RCN Noticias han saturado a la opinión nacional de lo que parece ser
una irremediable tragedia en el Pueblo Wayuu: no hay agua, la corrupción es
despiadada y nuestros niños mueren de hambre, eso es cierto y no lo podemos
negar, también es verdad que no es lo único que sucede por lo que liberar el
cine y llevarlo a “Cineparedes Comunitarias” dará cuenta de otra historia. Es
esta una propuesta que nace desde La Escuela de Comunicaciones Wayuu como camino
para producir cine hecho por nosotros mismos, de esta forma la biografía Wayuu será
reescrita, contada, producida y masificada por el mismo indígena que narrará sus
múltiples historias per se antes que por foráneos ajenos a nuestra sencilla
realidad.
“Patilla y Melón” de Idea original de Miguel Iván Ramírez Boscán, en compañía de La
Directora y Cineasta Wayuu – Leiqui Uriana, quienes contaron con la
participación de jóvenes promesas en las comunicaciones indígena como lo son:
Marbel Vanegas, Luzbeydi Monterrosa y Yelver Florez, proponen que se
estrenará en el mismo lugar en donde fue grabada, la comunidad de Majali,
Municipio de Manaure – Sector Aremasahin, el próximo Jueves 4 de Agosto de
2016, contará con la presencia de su protagonista principal como lo es la
Autoridad Tradicional Daisi Camargo que rodeada de sus hijos y nietos garantizará
patilla fresca y melón dulce a los asistentes entre los cuales estarán
comunidades vecinas, el grupo coordinador, las y los escuelantes de La
Escuela de Comunicaciones Wayuu y delegados de la Red de Comunicaciones del
Pueblo Wayuu. No hay que pagar boletas para entrar, no hay que vestir de Armani
para lucirse, no hay que ser cinéfilo para entender el documental, tan solo hay
que ser humano, sencillo, empoderado. Puedes llegar en waireñas o a “pata
pelá”; puedes vestir manta, guayuco, pantaloneta o un jean; puedes traer melón
o patilla para ofrecer; puedes incluso llegar con las manos vacías siempre y
cuando traigas el corazón dispuesto para entender que liberar el cine es
liberar al hombre, al Wayuu. Puedes incluso no asistir a la premier con la
certeza que el Cine llegó para quedarse en las paredes de las rancherías de
nuestro valeroso y orgulloso Pueblo Wayuu.
Sigue las publicaciones de Notiwayuu en Facebook dandole "me gusta" siguiendo el siguiente enlace: https://www.facebook.com/Notiwayuu-1176726465681447/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario