A orillas del río Paragua, en el estado Bolívar,
un grupo multiétnico de aborígenes desarmó a los militares y enfrenta
al crimen organizado
Desde
que hace cuatro años, la tarde del 27 de octubre de 2011, centenares de
indígenas sometieron a 22 comandos de las Fuerzas Especiales del
Ejército que se habían dedicado a explotar el oro de la mina Toronó, a
orillas del río Paragua en el estado Bolívar, se desencadenó la
secuencia de hechos que daría origen a la comunidad de Musukpa y su
virtual independencia del Estado venezolano.
Hoy sus habitantes explotan la mina
Toronó por su cuenta y de acuerdo a reglas que ellos mismos definieron.
Cobran tributos para sufragar los gastos de salud y educación.
Y organizan, bajo el asedio simultáneo y asimétrico de cazadores de fortuna y de la estructura del Estado, rondas de seguridad.
DESPIERTA EL CAMARÓN
Musukpa significa "camarón" en idioma pemón. Un cartel tallado en madera y atado a un árbol, anuncia la llegada a la comunidad de Musukpa. A primera vista se abre una extensa porción de selva deforestada. Amplios bancos de arena, imposibles de abarcar de un solo vistazo, cubren el área. Encima corren largas mangueras que trepan por plataformas construidas de manera rudimentaria con troncos y pedazos de madera.
Musukpa significa "camarón" en idioma pemón. Un cartel tallado en madera y atado a un árbol, anuncia la llegada a la comunidad de Musukpa. A primera vista se abre una extensa porción de selva deforestada. Amplios bancos de arena, imposibles de abarcar de un solo vistazo, cubren el área. Encima corren largas mangueras que trepan por plataformas construidas de manera rudimentaria con troncos y pedazos de madera.
Son todos rastros de la minería. Aunque
los pobladores sean indígenas, ya no practican la extracción artesanal.
No hay conuco. La demanda de casabe se satisface con compras a
comunidades vecinas. Musukpa es además una rara muestra de
heterogeneidad. En ella conviven miembros de diferentes etnias del sur:
pemones, yekuanas, chirianas, kurripakos y arawacos. También hay
criollos en las 30 familias del lugar.
Musukpa se rige por un estricto
compendio de normas de convivencia de 10 capítulos y 76 artículos, que
ordena todos los aspectos de la vida comunitaria, desde el trabajo
minero hasta el ingreso de visitantes.
La Ley Comunal, en su capítulo IX,
establece un Fondo Social a cargo de una comisión especial elegida por
el Consejo indígena, responsable de administrar los recursos económicos
aportados por los dueños de máquinas, quienes cada semana deben declarar
un reporte de ganancia y destinar un diezmo a la comunidad.
Todos los comerciantes, paleros y compradores de oro también están obligados a dar un aporte destinado a la autogestión.
A esa ley de facto se oponen las
ordenanzas del criollo. En especial el Decreto presidencial 8.413, con
"rango, valor y fuerza de Ley Orgánica" Chávez lo firmó investido de
poderes habilitantes, que en septiembre de 2011 otorgó al Estado el
monopolio de la exploración, explotación y comercialización del oro.
Apenas dos meses después, ocho capitanes indígenas entre ellos, Alexis
Romero, el activista pemón que en octubre del mismo año había lidiado
con el coronel Cortez el desenlace de la escaramuza en la mina Toronó
introdujeron un recurso de nulidad del Decreto.
La Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) rechazó el recurso. En un solo plato, le dijo a
los habitantes de los territorios en proceso de expropiación que no
tienen derecho a decidir sobre sus propios entornos.
La precariedad legal no es la única
debilidad que amenaza dar al traste con este experimento de
autogobierno, que no de utopía. La más acuciante puede que sea el acecho
de los maleantes que se han hecho fuertes en la zona.
LA SANGRE EN EL RÍO
Aunque desde 2005 se registran hechos de violencia alrededor del surgimiento de grupos irregulares que tomaron las minas en el sector Kilómetro 88 del municipio Sifontes, y El Manteco, en el municipio Piar, todos los testimonios coinciden en fechar el punto de quiebre entre el Estado y la comunidad a finales de agosto de 2013. Entonces desapareció Teodoro Osman, originario del sector de Bethel pero que tenía campamento en Musukpa. Su cuerpo se encontró dos semanas después, flotando en el río cerca del salto Uraima. El cadáver sirvió de aviso para que los pobladores se enteraran de que en La Paragua ya se aplicaba la ley del "sindicato".
Aunque desde 2005 se registran hechos de violencia alrededor del surgimiento de grupos irregulares que tomaron las minas en el sector Kilómetro 88 del municipio Sifontes, y El Manteco, en el municipio Piar, todos los testimonios coinciden en fechar el punto de quiebre entre el Estado y la comunidad a finales de agosto de 2013. Entonces desapareció Teodoro Osman, originario del sector de Bethel pero que tenía campamento en Musukpa. Su cuerpo se encontró dos semanas después, flotando en el río cerca del salto Uraima. El cadáver sirvió de aviso para que los pobladores se enteraran de que en La Paragua ya se aplicaba la ley del "sindicato".
El 21 de enero de 2014, casi cinco meses
después de la muerte de Osman y tras numerosas reuniones internas, los
pobladores emitieron un informe en Asamblea General, en el que dan
cuenta de la presencia de grupos foráneos que portan armamento militar
en sus territorios y realizan "extorsión, ultraje a mujeres, amenazas,
secuestro y asesinatos". El asesinato de Osman y el deterioro de la
seguridad en la zona de La Paragua coincidieron, llamativamente, con el
retiro de las fuerzas militares hasta entonces estacionadas allí y el
abandono de un punto de control ubicado a metros del Puerto Uraima,
donde se encontró el cuerpo.
Uraima puerto, paso, salto e isla es
un punto clave del río. Se trata de un trecho de casi un kilómetro que
se recorre en vehículos de tracción en las cuatro ruedas y bordea los
rápidos. El lugar también tiene fama como meca mundial de la pesca
deportiva. Cerca, se encuentra la más reciente y productiva bulla, como
se conoce a las inmigraciones súbitas y en tropel que ocurren cuando se
corre la voz de un nuevo filón de oro. El nombre de la mina es Manaza.
Queda rumbo al sur, hacia el alto Paragua, cerca de Musukpa y del
abandonado punto de control militar. Manaza es todavía la mina más
activa de la cuenca del Paragua. Todos los días siguen llegando
aventureros. Pero en 2012, cuando la noticia de su riqueza empezaba a
esparcirse, logró atraer a miles de personas. Un enfrentamiento entre
grupos armados dejó ese año seis personas muertas. Dos bandas, la de Los
24, por un lado, y la de Marco Polo, por el otro, se disputaban el
control de la zona. La refriega forzó a una intervención militar.
Quien tiene la llave de Uraima controla
el tránsito por el Paragua, vital para las comunidades ribereñas. En
2013, un incidente allí dejó muy en claro hasta dónde llegaban las
ambiciones de las bandas irregulares.
Un grupo de 15 maleantes se apoderó del
paso. Al final, entre amenazas de agresiones, los indígenas consintieron
Es verdad que los gobiernos de la autodenominada Revolución Bolivariana
una de cuyas banderas es la sensibilidad oficial hacia los pueblos
originarios ha reconocido el problema.
Como también lo es que no acierta en proponer e implementar soluciones.
Tres días después del manifiesto hecho
público por los indígenas en enero de 2014, el entonces ministro de
Interior, general Miguel Rodríguez Torres, reconoció la existencia de
mafias que tomaron las minas, durante una visita al estado Bolívar.
"Aquí tenemos un problema, hay algunos grupos que se hacen llamar
sindicatos y en realidad son bandas armadas que se dedican a la
extorsión". Durante esa visita, en una jornada que el gobernador Rangel
Gómez calificó de "ejemplar", se prometió la creación de grupos
especiales para la "neutralización de esas bandas que están haciendo
prácticamente lo que les da la gana". Pero un año y medio después, la
realidad no cambió casi en nada. Todavía en el reciente mes de junio de
2015, Rangel Gómez declaraba que se disponía a ir "con la firme decisión
y todas las fuerzas para normalizar una situación que han generado los
diferentes sindicatos mineros que tratan de tomar control de la zona con
la minería ilegal".
En la cronología de hechos que dieron
lugar a la virtual independencia de Musukpa ocupa un puesto destacado el
comunicado del 21 de enero de 2014. Aunque entonces fue el equivalente
de un grito de "Ya basta" por parte de la comunidad, terminó siendo una
suerte de título fundacional para Musukpa y sus pretensiones
sobrevenidas de enclave autónomo. Una suerte de república independiente.
Como en la región empezaba a imponerse,
por sobre las normas del Estado venezolano, la ley del más fuerte, el
texto incluyó un fragmento que no fue ni bravuconada ni simple amenaza.
Los indígenas se preparaban para defenderse a sí mismos.
"De no asumir las instituciones de
seguridad, nos veremos en la obligación de organizarnos para la defensa
de nuestros derechos y combatir la inseguridad en nuestros territorios",
dice el documento.
Y también: "Se tomará el Puerto de
Uraima en donde se establecerá una brigada de seguridad para fortalecer
los mecanismos de seguridad interna en las comunidades".
En enero de 2014, se dio por inminente la conformación de autodefensas.
Los indígenas plantearon el
mantenimiento de estos grupos por autogestión con aportes económico de
comerciantes, transporte fluvial, visitantes, dueños de máquinas,
paleros y obreros. En el decisivo documento de esa fecha argumentan que
los pueblos indígenas tienen un derecho de autonomía que les permite
asumir su propia seguridad y justicia comunitaria. Dejan claro que la
acción nace del vacío institucional, el abandono y la omisión de las
autoridades de ejercer sus obligaciones en materia de procuración de
justicia y seguridad. Y destacan: "Ratificamos nuestro deseo de que
nuestras tierras y comunidades no sean refugios de delincuentes, mucho
menos que la llenen de sangre, queremos ser hombres y mujeres libres e
independientes".
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