El pasado 17 de octubre conocimos las declaraciones del ministro del Interior Aurelio Iragorri,
las mismas que nos recuerdan por un lado la arrogancia, el desprecio y
la indiferencia del gobierno contra el pueblo colombiano, y por otro
lado, la ignorancia e incapacidad de comprender el sentido de nuestra
movilización que va más allá de coyunturas y agendas que cambian de
acuerdo a los interés de los intermediarios de turno. Caminar la
palabra es el sentido de defender la vida que nunca, ni el ministro, ni
el gobierno, ni ningún actor armado o político que use cualquier color o
se camufle entre nuestra minga para buscar su beneficio propio; nunca
podrán entender.
Primero que todo, las declaraciones del ministro son absurdas porque es
obvio que el gobierno provoca las acciones de hecho. ¿Quién quiere
dejar sus cultivos y sus parcelas para ir a arriesgar la vida a las
carreteras? Nadie. Es el gobierno que lleva al pueblo a las vías de
hecho cuando sus políticas están dedicadas a transformar la legislación a
favor de la inversión corporativa extranjera. Ha sido devastador el
grave daño que le ha causado a nuestra gente la aprobación de los TLC
con EEUU y la UE, entre otros varios firmados (17), muchas graves
afectaciones como la militarización de los territorios, el terror, la
intimidación, el desarraigo, el hambre son las que nos han empujado a
las vías de hecho.
Como lo hemos visto en las recientes movilizaciones como el paro
cafetero y el paro agrario, el gobierno reprime brutalmente al pueblo.
En las movilizaciones de este año no sólo ha dejado miles de heridos y
más de una decena de muertos, hay centenares de judicializados,
señalados como terroristas. Es decir, el proceder del gobierno no es
atender las exigencias de la gente que han tenido que salir a las calles
a protestar, es la represión hasta acorralamiento y el cansancio.
Cuando se establecen mesas de diálogo y acuerdos, la medida del gobierno
es mentir, dilatar los plazos para disimular el incumplimiento de los
acuerdos, como está pasando ahora mismo con los diálogos que llevaban
con los campesinos. Ante esta situación los agricultores anuncian la posibilidad de entrar nuevamente a paro agrario por el incumplimiento del gobierno.
Hoy conocimos una nueva amenaza que llega de “los rastrojos” contra la Minga,
y llama mucho la atención que utiliza las mismas expresiones que el
ministro Iragorri. Queda expuesta la irresponsablilidad del gobierno en
cabeza del ministro de hacer dichos señalamientos que provocan
semejantes acusaciones. Por eso se responsabiliza al gobierno de todo lo
que pueda atentar contra nuestros comuneros que permanecen concentrados
en los diferentes puntos en las
vías.
Pero más grave aún es que en medio de la movilización popular, la gente
no sólo se enfrenta a la arremetida de la fuerza pública, al riesgo de
ser engañados en las mesas del gobierno, o a la infiltración de la
insurgencia. Es positivo que el país se levante pero no es suficiente.
Entre varios sectores que llegan a las calles, el movimiento estudiantil enfrenta graves divisiones.
Pero esto no sólo pasa en el sector estudiantil, lastimosamente las
agremiaciones, colectivos y organizaciones, entre otras figuras que en
un principio fueron una fortaleza para las luchas populares hoy empiezan
a caer presas de las ideologías y doctrinas de partidos de diferentes
colores que sólo buscan legitimar sus aspiraciones al poder con las
masas movilizadas. Otras se convierten en empresas burocráticas o entes
autoritarios que repiten el modelo al que critican en discurso. El
resultado de la corrupción que la ansia de poder permea en todas las
esferas.
Ya hay muchos heridos tras la brutal agresión de la fuerza pública en los diferentes puntos de concentración
de la minga, en el Cauca: en Llanito, La Agustina, La María, Mondomo;
pero también en otros rincones del país donde también hay
concentraciones que han sido atacadas como en La Delfina, donde la
comunidad reunida en la vía fue engañada y agredida por la fuerza
pública (al no respetar el acuerdo de no agresión después de dialogar
con voceros de la movilización); también puntos igualmente álgidos que
reportaron agresión como Huila, Risaralda y la Guajira. No queremos que
el esfuerzo de la gente de dejar sus casas, sus tierras, sus cultivos,
poniendo todo en riesgo en las carreteras, que este dolor colectivo sea
manoseado y usado como un pago por negociaciones que beneficien a unos
pocos. Enfrentamos un reto más complejo, ya no basta con el grande
esfuerzo de levantarnos como pueblo, desde nuestros dolores. Debemos
exigirnos la memoria viva de nuestra historia de lucha y la sabiduría
para entender que la amenaza contra la vida y el territorio ya no sólo
viene de afuera, que estamos ante el riesgo de que el sudor y la sangre
de nuestro s comuneros sea utilizada como botín para favorecer a los que
sólo rechazan el modelo en el discurso.
Hay que resaltar que la comunidad de base tiene claro que se moviliza
para rechazar el modelo económico que gobierna el mundo, lo hace hoy y
lo ha hecho siempre sin la necesidad de recitar de memoria agendas que
cambian de acuerdo a las coyunturas y a intereses de poder. Saben que en
el camino de la resistencia siempre estarán la defensa de la vida y del territorio como principios fundamentales,
así como también saben que una agenda que no nombre el rechazo a los
TLC, que hoy encarnan el modelo asesino, no es una agenda que represente
a los pueblos. El rechazo a los TLC es definitivo para nuestros
pueblos, nombrarlo hace legítima esa agenda porque de este depende que
nuestra madre tierra se libere de verdad, como ya lo hemos dicho: la
verdadera paz de los pueblos es la libertad de sus territorios.
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