Me perdonas Roland, respeto tus
simpatías y tu posición política, entiendo perfectamente tu situación
ante la desaparición de Chávez por los lazos que te unieron y unen a sus
ideas.
Sin embargo en aras de la verdad histórica, la que al final cuenta,
no puedes confundir la victima con el victimario, el Estado defensor del
orden existente, con el luchador contra dicho orden. Sabino defendía a
su pueblo y luchaba por sus tierras contra el orden vigente. Chávez como
el mismo lo reconoció repetidas veces defendía y defendió el orden y
Estado contra el cual se enfrentó Sabino No es lo mismo morir
asesinado; que morir por causa der una enfermedad. Lo primero supone
morir luchando por ser consecuente con sus principios, lo otro es el
fruto si se quiere casual de una enfermedad, que la puede padecer
cualquier mortal y que de hecho la padecen millones. Caer ante las
balas asesinas de un sistema, no es lo mismo que morir en medio de toda
la atención médica. Sabino sabía que lo podían matar y varias veces lo
denuncio, como buen Caribe nunca le temió a la muerte. Chávez, un
defensor del “socialismo y revolucionario”, se aferró a Cristo en busca
de la salvación de su vida. Uno enfrento dignamente a la muerte como
su antepasado Guaicaipuro; el otro se aferró a las oraciones, plegaria y
dioses de una iglesia que muchas veces denuncio. Roland te
olvidas, el 31 de marzo de 2005, en Caracas, cuando los Yukpas, con
Sabino y Lusbi con sus mujeres, niños, niñas y adolescentes marcharon
hasta las puertas del Palacio de Miraflores, a exigirle al propio
presidente que cumpliera con su palabra. Chavez no acepto recibir a la
delegación de los Yukpas, en cambio en ese mismo momento recibía a
Maradona. Tú estabas en esa marcha. ¿Lo recuerdas, Roland?
Todo un día de marcha y sol estuvimos esperando en la puerta de
servicio de Miraflores – porque ni siquiera se nos permitió marchar
hasta el palacio- para que a la medianoche se dignara el poder ejecutivo
a enviar a un militar segundón, a recibir de mala gana la delegación
que como siempre volvió con las manos vacías, pero sobre todo llena de
promesas. Lusbi es testigo de toda aquella burla. El desenlace
final de la historia de esa noche, la conoces muy bien, concluyo el 4
de marzo del 2013, el Estado venezolano y los terratenientes y mineros
de carbón de Perijá acabaron con Sabino. En fin Roland, la historia
es implacable, la escriben a menudo los vencedores, pero el tiempo y
solo el tiempo es quien da su veredicto final. Y cuando la historia
emite su sentencia final, en ella queda cada uno de nosotros ubicado del
lado que ocupo en las luchas de esos pueblos: Al lado de opresor o al
lado del oprimido, al lado del Estado o al lado de quienes luchan contra
él. No olvides Roland, que Sabino, el maestro que hoy invocas, murió en
una carretera, asesinado vilmente y su mujer herida, en cambio el otro
maestro que invoca muere en circunstancias muy distintas. La muerte
de Sabino nos indica el ejemplo a seguir, nadie se está disputando su
herencia. En cambio, la muerte de Chávez, al lado de miles de seguidores
dentro de este pueblo que sinceramente sienten su muerte, vemos como
los delfines y buitres empiezan a despedazar el cadáver para cubrirse
con su mortaja. Como dice un amigo, el funeral de Sabino, líder del
pueblo Caribe, con más de 500 años de lucha, no será televisado y la
noticia de su asesinato, es noticia olvidada. Roland, una vez más,
respeto tu posición y tus simpatías, pero en honor a Sabino y a su
pueblo, te pido respeto a su memoria. No repitas los cuentos de la
historia oficial, que colocan a Guaicaipuro en el mismo bando que
Diego de Losada. No te olvides que Sabino desciende de los Caribes, en
cambio los llamados Próceres de la Patria, los Mantuanos con limpieza de
sangre, siempre se enorgullecieron de ser legítimos descendientes de
los conquistadores.
Pablo Hernández Parra, 06/03/2013
[1] ACLARATORIA En la página https: //www.facebook.com/sabino.libre.,
Roland Denis escribe una nota sobre las muertes de Sabino y Chavez, en
mi opinión dicha nota no respeta la memoria y luchas de Sabino y su
pueblo, pese a que el autor de la misma lo considere su maestro.
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