Buenas noches, compañeros y compañeras, hermanos y hermanas.
Así como acaba de explicar la compañera Comandanta Miriam es todo
cierto. Fuimos maltratadas, humilladas, despreciadas, porque nosotras
nunca sabíamos si tenemos derecho de organizarse, de participarse, de
hacer todos tipos de trabajo, porque nadie nos daba la explicación cómo
podemos organizarnos para salir en esa explotación.
Porque en esos tiempos estábamos todas en la oscuridad porque no
sabíamos nada, pero desde la clandestinidad llegó un día en que algunas
compañeras fueron reclutadas, y esas reclutadas fue reclutando a otras
compañeras pueblo por pueblo.
Después llegó el momento de nombrar una compañera responsable locales
de cada pueblo. A mí me nombraron como responsable local de mi pueblo.
Es ahí donde empecé a salir en las reuniones para traer más
informaciones para el pueblo, luego hacemos reuniones con las compañeras
del pueblo para darles explicaciones cómo se puede organizar en los
trabajos colectivos, y también explicamos que es necesario que haya
compañeras milicianas, insurgentas.
Sí entendieron los padres y madres, sus hijas mandaron de ser
milicianas, de ser insurgentas. Y esas compañeras hicieron ese trabajo
con mucha gana porque ya entendieron cómo está la explotación del mal
sistema. Así empezamos la participación de las compañeras.
Claro que no fue nada fácil, pero poco a poco fuimos entendiendo y
así avanzamos hasta llegar en 94 cuando salimos en la luz pública,
cuando ya no aguantaba el maltrato que nos hacían los pinches
capitalistas. Ahí vimos que sí es verdad que sí tenemos el valor y la
fuerza igual que los hombres, porque pudieron enfrentar con el enemigo,
no le tuvieron miedo a nadie. Por eso nosotras estamos dispuesto en
cualquier cosa que nos quiera hacer el mal sistema capitalista.
Después pasé de ser responsable regional, ese responsable regional es
hacer reunión en las regiones con las compañeras responsables locales,
para llevar informaciones al pueblo, para organizarse más las compañeras
cómo hacer trabajos en el pueblo. Y también salimos a visitar a los
pueblos para organizar más responsables locales, para darle a entender a
las demás compañeras que sí es necesario que haiga la participación de
la mujer. Así empezamos a participar.
Poco a poco fuimos perdiendo el miedo y la vergüenza, porque ya
entendemos que tiene el derecho de participar en todas áreas de trabajo.
Después nos dimos cuenta para hacer una revolución no sólo los hombres,
tiene que hacer entre hombres y mujeres.
Es todo, compañeros, compañeras.
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